Hoy los puñales cayeron al suelo. Aquel silencio se rompió para quebrar las espinas y llenar de vida los pulmones del pasado irrecuperable, para luego, sin sentido, tornarse en este vacío inmenso e inquebrantable que duele mil veces más que cualquier puñal o espina.
Hoy los puñales cayeron al suelo, sí, y lo que queda es la herida, sangrando en un río eterno de dolor, de amargura, de incomprensión, de ese silencio horrible y eterno con el que estoy condenada a recordarte.
Y sólo puedo preguntarme por qué, para qué, qué sentido tiene tu sonrisa perdida en el vacío de la nada... Hubiera preferido tu indiferencia a esta insondable ausencia que dejó tu adiós. Hubiera preferido tu aliento a tu perdón... Hubiera preferido mil veces tu vida sin mí, que esta vida con un 'sin ti' tan absolutamente eterno.
Siempre, siempre, te hubiera preferido aquí que sabiendo de tu amor en la letanía de lo incierto...