14 febrero 2013

Trazos

Mi nombre lo inventó un escritor inglés. Mi apellido lo inventé yo misma en una tarde de resentimientos. Y el tiempo me inventó a mí, como a una acuarela desdibujada sobre un lienzo roído, con exceso de agua destilada y carencia de cromatismos.

Mi nombre lo inventó un escritor inglés y yo inventé la mujer que digo ser. La que quisiera ser.

Sin embargo, no hay nombre que me defina ni forma de describir lo que verdaderamente se oculta tras mi careta de espinas. Pues, a menudo, la simplicidad de un trazo esconde un mundo de recovecos, mientras la profusión de detalles y las líneas complejas perfilan tan solo una carencia absoluta de complejidad intelectual.

Dímelo tú, que crees conocerme. ¿Soy un trazo de misterio o más bien un cuadro realista de la más absoluta mediocridad?

Ni si quiera el tiempo es capaz de garantizar una respuesta...

12 febrero 2013

Tumb Tumb Tumb Tumb

Tumb Tumb Tumb Tumb... Así suenan... Martillean sin cesar los tambores tras las negras y afiladas rocas de mi playa. Se empeñan en despertar a las ánimas, en hacer aullar al viento entre las arboledas y las encrespadas cimas que me rodean, en levantar en remolinos la arena y teñir de cenizas volcánicas todo a su paso...

Tumb Tumb Tumb Tumb... Ya casi me he acostumbrado incluso a ellos. Han logrado formar parte de mis sueños, de mis desvelos, de mis lunas... Se han convertido en parte de mí y en parte de esta playa hechizada.

¿Qué quieren? ¿Qué buscan? ¿A quién llaman con insistencia en su incesante retumbar?

Nunca lo he tenido del todo claro... Cuando era aún una pequeña bruja, me parecía escuchar en su estruendo voces desconocidas que hablaban muy rápido y muy bajito y por eso no lograba entenderlas... Hoy, que esas voces han enmudecido, creo que, simplemente, son el eco que en el aire ha quedado de aquéllas. El recuerdo imborrable, en forma de toqueteo hipnótico, que por lustros ha acompañado a mi pequeña bahía marina y a todos los animalillos que en ella moran.

Creo que está ahí para hacernos recordar. Para que nunca terminemos de bajar la guardia completamente, para que sepamos que, en cualquier momento, una tormenta puede desatarse y hacernos salir despedidos por encima de nuestras cabezas. O una enorme ola puede arrasarnos cual tsunami y borrar para siempre hasta la memoria de nuestra existencia. O puede, incluso, el fiero demonio que mora más allá de nuestra sien despertar en fuego y piedras incandescentes para destruir  todo a su paso...

Creo que por eso sigue sonando... Tumb Tumb Tumb Tumb... Para que nunca durmamos del todo, para que mis sentidos estén siempre alerta, listos para, de un solo salto, salir volando con mi escoba mágina y huir del infortunio...

Por eso no intento acallarlo nunca. Por eso dejo que siga resonando cuando le viene en gana... Tumb Tumb Tumb Tumb... Como hoy, como en esta fría y solitaria noche... Tumb Tumb Tumb Tumb... Porque es mejor no bajar nunca la guardia ante el desconsuelo. Porque el desconsuelo es ese monstruo, frío y silencioso, que nos atrapa sin ser visto en mitad de la noche y solo un corazón fuerte, acostumbrado al resonar continuo de la impaciencia, es capaz de sobresaltarse y generar la energía suficiente para huir de él...

Por eso, suena... Sigue sonando... Tumb Tumb Tumb Tumb... Para que ni una lágrima pasada caiga jamás en el olvido.