03 diciembre 2013
Postales desde el averno
Un espejo roto en mil añicos…
Un ojo verde botella reluciendo bajo el resplandor del amanecer…
Una canción de amor que se hace trizas en el reproductor, chillando cual pardela en risas hirientes que me resquebrajan de lado a lado…
Una imagen… Tu imagen…
El fantasma que me aterra cada noche, que me despierta en cada alba, el que me consume durante segundos eternos en una atracción demoníaca que podría llevarme hasta el mayor de los abismos…
Y ya no estás… Pero siempre seguirás estando…
Y aunque me he esmerado día tras día, año tras año, aunque he equipado mi corazón con escudos, armaduras y hasta enormes muros de piedra, nada es capaz de detenerte; nada es capaz de hacer que mi sangre se congele dentro de mis venas y deje de bombear para el fin de los días. Y ésta, querida ánima, ésta sería la única forma posible de detener el ardor de mi cuerpo, de mi alma, de mis noches… La única manera de olvidarte, si es que el olvido existe más allá de la distancia que traza el averno entre tú y yo.
29 noviembre 2013
“Oh Capitán, mi Capitán”
Si tú hubieras sabido que aquellos lápices de colores que volaron cual serpentinas por la ventana eran un grito mudo… Si lo hubieras sabido... Si alguien te hubiera contado que se puede reír llorando… Y no digo reír en sonrisas, no. Digo a carcajadas, cual pardela alborotada en medio del alba. Si lo hubieras sabido…
Quizás si lo hubieras sabido no habrías logrado que las piedras de los muros que se derrumbaban cada día a mi alrededor, volvieran a colocarse, a trompicones, con la masilla justa y un poquito descascarilladas y roídas en los bordes; pero a colocarse al fin, para seguir construyendo la chocita de mis recuerdos.
El bigote negro sobre la enorme sonrisa, aquel lunar que desapareció por arte de magia, la política, la religión, la locura de la vida que se desperezaba cada tarde a tu alrededor, el 'don't worry, be happy', se convirtieron en una amalgama que, cual cemento, ayudó a que no se desmoronara el esqueleto torcido y osteoporósico en el que se estaba tornado mi alma.
Si tú lo supieras, si lo hubieras sabido… Entonces quizás hubieras entendido por qué un día te regalé una piedra a cambio de tantas sonrisas y me fui. O, entonces, quién sabe, puede que no hubiera habido canciones, que los avioncitos no hubieran volado sobre países que aún no conozco, puede que no hubiera ganado la cabina inglesa de teléfono que aún me acompaña.
Hoy sé que lo sabes, pero quizás pienses que solo fuiste una pieza en la estructura de una torre, sin darte cuenta de que en realidad fuiste el andamio que la sostuvo y la guió para erguirse justo en dirección al cielo que le pertenecía.
No sé si sabes… Pero yo sí sé, que todo lo que sé, que todo lo que soy, todo lo que he hecho, nació de una semilla plantada bajo una mesa redonda con bancos redondos de colores a su alrededor. Y sobre uno de aquellos bancos sigo sentada y sonriendo, mirando hacia la pizarra blanca que no necesitaba tizas, diciendo para mis adentros, “Oh Capitán, mi Capitán”... “Oh Capitán, mi Capitán”...
19 agosto 2013
Letanía de lo incierto...
Hoy los puñales cayeron al suelo. Aquel silencio se rompió para quebrar las espinas y llenar de vida los pulmones del pasado irrecuperable, para luego, sin sentido, tornarse en este vacío inmenso e inquebrantable que duele mil veces más que cualquier puñal o espina.
Hoy los puñales cayeron al suelo, sí, y lo que queda es la herida, sangrando en un río eterno de dolor, de amargura, de incomprensión, de ese silencio horrible y eterno con el que estoy condenada a recordarte.
Y sólo puedo preguntarme por qué, para qué, qué sentido tiene tu sonrisa perdida en el vacío de la nada... Hubiera preferido tu indiferencia a esta insondable ausencia que dejó tu adiós. Hubiera preferido tu aliento a tu perdón... Hubiera preferido mil veces tu vida sin mí, que esta vida con un 'sin ti' tan absolutamente eterno.
Siempre, siempre, te hubiera preferido aquí que sabiendo de tu amor en la letanía de lo incierto...
06 abril 2013
Requiem por la esperanza
Dicen que uno no echa de menos lo que nunca ha tenido. Así que supongo que alguna vez te tuve. Si no, no me explico esta humedad que se apodera de mis ojos cuando, de repente algo me susurra que exististe...
¿Y qué es eso que extraño tanto como para que se me atragante el corazón y se me vacíe por completo toda la sangre del cuerpo en un instante?
Quizás sea la esperanza. Puede que sea la esperanza lo que añoro y que se ha ido contigo para siempre. Sí. La esperanza del tiempo por recuperar. La esperanza de una copa de ron para mí chocando en un bríndis con la tuya de whisky. El deseo, callado y sepultado por toneladas de autoprotección, de que algún día brindaríamos sobre un enorme borrón que nos abriría la puerta a la cuenta nueva. Una cuenta que nunca podía parecerse a la anterior -a las pérdidas me remito-, pero que sería una cuenta al fin y al cabo. Una cuenta de tiempo por vivir, una cuenta de historias por contar.
Pero, tras la muerte... Tras la muerte nada cuenta. Tras la muerte no hay bríndis que valgan. No hay tiempo, no hay esperaanza, no hay nada. Tras ese adiós hay solo vacío. Solo hay una añoranza vacía de un vacío inmenso por llenar y que quedará para siempre oscuro y negro, sumergido en sus millones de ausencias, absorviendo toda luz a su alrededor; válido únicamente para recordar que, en el lugar que hoy queda vacío, tuvo un día que haber algo que formara ese hueco. Aunque fuera tan solo la esperanza, hoy perdida para siempre, de llenarlo...
14 febrero 2013
Trazos
Mi nombre lo inventó un escritor inglés y yo inventé la mujer que digo ser. La que quisiera ser.
Sin embargo, no hay nombre que me defina ni forma de describir lo que verdaderamente se oculta tras mi careta de espinas. Pues, a menudo, la simplicidad de un trazo esconde un mundo de recovecos, mientras la profusión de detalles y las líneas complejas perfilan tan solo una carencia absoluta de complejidad intelectual.
Dímelo tú, que crees conocerme. ¿Soy un trazo de misterio o más bien un cuadro realista de la más absoluta mediocridad?
Ni si quiera el tiempo es capaz de garantizar una respuesta...
12 febrero 2013
Tumb Tumb Tumb Tumb
Tumb Tumb Tumb Tumb... Ya casi me he acostumbrado incluso a ellos. Han logrado formar parte de mis sueños, de mis desvelos, de mis lunas... Se han convertido en parte de mí y en parte de esta playa hechizada.
¿Qué quieren? ¿Qué buscan? ¿A quién llaman con insistencia en su incesante retumbar?
Nunca lo he tenido del todo claro... Cuando era aún una pequeña bruja, me parecía escuchar en su estruendo voces desconocidas que hablaban muy rápido y muy bajito y por eso no lograba entenderlas... Hoy, que esas voces han enmudecido, creo que, simplemente, son el eco que en el aire ha quedado de aquéllas. El recuerdo imborrable, en forma de toqueteo hipnótico, que por lustros ha acompañado a mi pequeña bahía marina y a todos los animalillos que en ella moran.
Creo que está ahí para hacernos recordar. Para que nunca terminemos de bajar la guardia completamente, para que sepamos que, en cualquier momento, una tormenta puede desatarse y hacernos salir despedidos por encima de nuestras cabezas. O una enorme ola puede arrasarnos cual tsunami y borrar para siempre hasta la memoria de nuestra existencia. O puede, incluso, el fiero demonio que mora más allá de nuestra sien despertar en fuego y piedras incandescentes para destruir todo a su paso...
Creo que por eso sigue sonando... Tumb Tumb Tumb Tumb... Para que nunca durmamos del todo, para que mis sentidos estén siempre alerta, listos para, de un solo salto, salir volando con mi escoba mágina y huir del infortunio...
Por eso no intento acallarlo nunca. Por eso dejo que siga resonando cuando le viene en gana... Tumb Tumb Tumb Tumb... Como hoy, como en esta fría y solitaria noche... Tumb Tumb Tumb Tumb... Porque es mejor no bajar nunca la guardia ante el desconsuelo. Porque el desconsuelo es ese monstruo, frío y silencioso, que nos atrapa sin ser visto en mitad de la noche y solo un corazón fuerte, acostumbrado al resonar continuo de la impaciencia, es capaz de sobresaltarse y generar la energía suficiente para huir de él...
Por eso, suena... Sigue sonando... Tumb Tumb Tumb Tumb... Para que ni una lágrima pasada caiga jamás en el olvido.