18 noviembre 2008

¿Eres alma o sólo calma?

He caminado sobre las tumbas del tiempo muerto. He despejado las brumas de viejas batallas. He cabalgado a galope sobre unicornios, centauros y faunos. He convertido la sangre en hiel, la hiel en néctar, el néctar en agua bendita. He roto el mutismo de noches de luna con cánticos de esperanza y desesperanza. He estado dispuesta a todo y dispuesta a no querer nada...

Y nunca encontré la fórmula. Nunca encontré el hechizo de la perfecta armonía. Nunca he logrado atrapar la música aterciopelada que compuso Eros. Sólo unas notas. Unas ligeras notas han llegado a mis oídos. A veces más intensas, otras en leves susurros. Pero nunca me fueron regaladas para deleite del alma en su plenitud.

Y ahora, ahora que la luna ha enmudecido, que las ánimas callaron, que el tiempo decidió pasar pausado y no colmar con anhelos las madrugadas; ahora me he olvidado de cómo se distingue la música del viento. Ahora ya no sé si suenan cascabeles o martillos, ni si son arpas lo que escucho o simples andares de luciérnagas sonámbulas.

Ahora, amigos, se me ha atrancado el corazón en la ventana.