¿Qué se le puede contar a la luna cuando las palabras parecen congeladas en una eternidad muda y estéril? ¿Qué excusa se le da al corazón para que se olvide de latir un día más? ¿Le digo que el fuego es tan sólo un espejismo? ¿Cómo hacerlo si sólo su roce abrasa las pieles más curtidas?
Hay poco ya que hacer con este corazón maltrecho. Hay poca vida que arrancarle a bofetadas, pues cada golpe ha endurecido con mayor fuerza su estructura y hoy parece tan sólo una estatua de sal en la que se intuyen las grietas de su pasado.
Hay pocos suspiros ya que puedan escaparse de las profundidades de las cavernas. Porque la luz del sol hace años que apagó su brillo y el viento tiene miedo a adentrarse en las penumbras.
Hay poco ya para mostrar, pues existe demasiado olvido removiendo emponzoñado los silencios del pasado.