20 noviembre 2007

Bucle

El crepitar de la noche calmó su llanto. Un llanto seco de años durmiendo en el silencio del olvido forzado. Su mente entró en torbellino, sumergida en aquel sonido cíclico que la ensordecía procedente de lo más profundo de su cerebro.

Susurros. Eran gritos en susurros. Chillidos susurrados a gritos en su mente. Y no la dejaban pensar.

Tiene que parar. Y abrió el cofre de madera que dormía en su mesa de noche. Y las sacó. Las sacó todas. Las que llevaba años guardando una a una para cuando llegara el día. Para cuando llegara aquel día en que se decidiese al fin a acallar los gritos de su cabeza.

Y se las metió de un puñado en la boca. Y las masticó, sin importarle su sabor amargo. Y se las tragó. Se las tragó sin pensar porque los sonidos de su cabeza no la dejaban pensar.

Y de nuevo se sumergió bajo las sábanas y dejó que las lágrimas saliesen al fin al exterior y mojasen sus mejillas y sus labios.

Y se durmió. Se durmió mientras veía por última vez el fuego de la ira en aquellos ojos. Se durmió y oyó como poco a poco se alejaban los gritos. Sintió como poco a poco se calmaba el dolor de sus heridas. Vio como poco a poco se desvanecía para siempre aquel puño cerrado sobre su cara.

Y se durmió para siempre sin conocer el mundo. Y se murió para poder dormir, cuando aún no había vivido.

Sólo tenía trece años.


20 de Noviembre.
Día Mundial contra el Maltrato Infantil.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has emocionado, bruja. Se me formó un nudo bajo el pecho y un turbión de melancolía empapó mi alma.

A veces uno se avergüenza de pertenecer a esa misma especie en cuyos ojos brilla el fuego de la ira y cuyos puños se cierran con sevicia sobre el tierno rostro de un pequeño.

Anónimo dijo...

Y mientras tanto esperando se enciendan las luces de la Navidad y se despierten los sentimientos escritos del adviento. Deberiamos repartir la felicidad a todo un año, y observar que el dolor está detrás de puertas que desconocemos pero que guardan golpes y caidas enmascaradas por el miedo.
Gracias por recordarme que dejemos de ser egoistas

Anónimo dijo...

Hola Brujilla. Espero que estés bien. Y como dice el Príncipe, me he quedado mudo con tu historia. Cuídate mucho. Un beso.