25 diciembre 2007

Solsticio de invierno

Buenas noches exploradores... Este año todo ha ido con tantas prisas que no he podido siquiera adelantarme a la noche para felicitaros el Solsticio de Invierno.

Sólo deciros que, como cada año, el aquelarre con mis viejas amigas las brujas del mundo ha ido sobre ruedas y que alrededor de la hoguera mágica me he acordado de cada uno de vosotros para conjurar a los elementos y lograr que la luz de vuestra sonrisa siga iluminando el camino de todos los que os quieren...

Feliz Navidad, amigos!!

15 diciembre 2007

Desgana

Será el invierno... Este extraño invierno sin frío que hacía tiempo que no vivía... O quizás sea el agotamiento que produce la realidad... No sé que será, pero así me encuentro: sin fuerzas, sin ganas... No, no es depresión, a esa la conozco de sobra y sé reconocer su aliento cuando llega. No, esta vez es simple desgana. No es que nada me motive, no. Motivaciones siempre sobran. Es que no me apetece hacerles caso. Quizás sea sólo una etapa. La etapa de automatismo en la que tan sólo hago lo que obliga el día a día a hacer. Actuar, sin pensar, sin necesidad de planear. Tan sólo actuar como un proletario en la fábrica apretando una y otra vez los tornillos que pasan frente a su cara en la cinta transportadora. Un tornillo, apretar, tres giros, otro tornillo, apretar, tres giros... Así ocho horas, o diez, o doce... Y luego a dormir, sin pensar. Y despertar para seguir apretando tornillos sin desviar la mirada... Así, a desgana... Sin ánimo de nada más... No, ni de amor, ni de pasión, siquiera... Porque para amar hay que pensar y para satisfacer a la pasión hay que echarle ánimo de caricias... No. Esta vez no tengo ánimos ni de amar.

01 diciembre 2007

Paz

La paz. Esa que da la autosuficiencia. La que se consigue cuando el corazón alcanza la plenitud de sentirse feliz consigo mismo. La que otorga la libertad de poder ver el mundo con la claridad de unos ojos cristalinos que han logrado limpiar su alma a base de lucha y de esfuerzo. A base de vivir sufriendo.

Sí. La logré. Quizás no dure más que este instante. Pero, ya sé lo que es sentirla.

Sí. La paz es esto. Es estirar los brazos en mitad de la soledad de una noche de lluvia y sonreír. Es mirar a tu alrededor y ver tan sólo vacío, escuchar tan sólo el silencio y sentir que no es necesario nada más. Es no sufrir por las ausencias, sino, por el contrario, disfrutar de mi propia presencia.

La paz es descubrir cuánto necesitaba estar conmigo misma y de pronto tenerme. La paz es este minuto de regocijo, este momento en el que descubro que hoy he sido capaz de quedarme en la oscuridad y no ha ocurrido nada.

O sí. Sí ha ocurrido. Ha ocurrido que mi alma se expandido por ella, por esta oscuridad vacía de la noche, y me he sentido plena y he brillado con luz propia, llenando hasta el último recoveco oscuro de esta noche en calma. Hoy ha ocurrido, la paz de no necesitar, de no requerir más que mi propia sonrisa. La paz de, al fin, tras tantos pasos andados, sentir que estoy en paz.

28 noviembre 2007

El secreto de las ninfas

Aún no sé cómo el abrazo amistoso se transformó en caricia
furtiva, ni cómo la complicidad convirtió en besos las sonrisas. Sólo recuerdo que mis labios se dejaron arrastrar por el embrujo de su boca pequeña y sonrosada, y que en unos instantes el mundo entero se transformó en pura sensualidad.

El tacto suave de sus manos bajo las sábanas elevó mi cuerpo
hasta las estrellas con una dulzura jamás conocida, atándome a las ansias de sumergirme para siempre en el mar de seda de su piel y quedarme flotando en el brillo de sus pupilas.

Y la vi convertirse en ninfa ante mis ojos. Su rostro se iluminó cual estrella de oriente mientras mis dedos buceaban en la humedad de sus entrañas. Y quise más.

Y mientras su lengua dibujaba círculos ardientes alrededor de mis senos, sentí que el ritmo de mi deseo cabalgaba hasta un desenfreno irracional que clamaba por desatarse en cada poro de su piel.

Y la timidez dio paso al olvido y el olvido a la lujuria de amar al ser sin géneros ni prejuicios. Y nos convertimos en luz por un instante, mientras tocábamos el cielo envueltas en un calor insólito para
nuestros sentidos. Y vibramos, como jamás creímos que podríamos hacerlo, para luego caer rendidas en un sueño jadeante del que quizás esperábamos no despertar…

Hoy, tiempo ha, nuestras miradas distantes se cruzan evitándose
como las de dos desconocidas, ocultándole al mundo una pasión secreta. Una pasión tan intensa que atemoriza. Una pasión que se desata muda con el simple roce sus dedos sobre mi nuca y que espera amordazada en las entrañas a ser asesinada por el tiempo.

Hoy, nos miramos con el deseo atragantado y huimos en busca
del silencio para contarle que no sabemos cómo el abrazo se convirtió en caricia, pero que aún sigue vivo el sabor de aquellos besos surgidos de sonrisas.

20 noviembre 2007

Bucle

El crepitar de la noche calmó su llanto. Un llanto seco de años durmiendo en el silencio del olvido forzado. Su mente entró en torbellino, sumergida en aquel sonido cíclico que la ensordecía procedente de lo más profundo de su cerebro.

Susurros. Eran gritos en susurros. Chillidos susurrados a gritos en su mente. Y no la dejaban pensar.

Tiene que parar. Y abrió el cofre de madera que dormía en su mesa de noche. Y las sacó. Las sacó todas. Las que llevaba años guardando una a una para cuando llegara el día. Para cuando llegara aquel día en que se decidiese al fin a acallar los gritos de su cabeza.

Y se las metió de un puñado en la boca. Y las masticó, sin importarle su sabor amargo. Y se las tragó. Se las tragó sin pensar porque los sonidos de su cabeza no la dejaban pensar.

Y de nuevo se sumergió bajo las sábanas y dejó que las lágrimas saliesen al fin al exterior y mojasen sus mejillas y sus labios.

Y se durmió. Se durmió mientras veía por última vez el fuego de la ira en aquellos ojos. Se durmió y oyó como poco a poco se alejaban los gritos. Sintió como poco a poco se calmaba el dolor de sus heridas. Vio como poco a poco se desvanecía para siempre aquel puño cerrado sobre su cara.

Y se durmió para siempre sin conocer el mundo. Y se murió para poder dormir, cuando aún no había vivido.

Sólo tenía trece años.


20 de Noviembre.
Día Mundial contra el Maltrato Infantil.

12 noviembre 2007

A verlas venir

Llevo doce días mirando la marea moverse. Los doce días que he pasado sin contaros los devenires de esta playa. Y aún no tengo clara cual es la situación en la que nos encontramos mis pequeños compañeros de soledad y yo.

El futuro se acerca a la velocidad de la luz hacia esta costa. Un futuro que habla maravillas de sí mismo, pero sobre el cual sólo tenemos la incertidumbre del misterio.

Se avecinan cambios. Cambios que pueden convertir esta pequeña bahía en una costa llena de luz, de colores, de alegría y de sorpresas, pero que también puede suponer la destrucción de toda su magia.

Las botellas llegan a diario cargadas con mensajes contradictorios. Alguna de ellas ha presagiado incluso la destrucción de mi casita de piedras volcánicas. Otras hablaron de convertirla en una casa más grande.

Finalmente me pudo la incertidumbre y uno de mis conjuros me puso ante el mismo Neptuno. Sí, a tanto me atreví. Y le pedí explicaciones de sus actos y él me prometió paz.

Pero, este Neptuno nuevo, renacido y coronado de la sal marina, puede ser tan sólo un títere a las órdenes de Cronos o incluso de Hades y de ahí la desazón de mis pequeñas criaturas y la mía propia.

Hasta la pequeña sirena anda muda y sumergida en suspiros ahogados, allá en su piedra solitaria. No habla, ni mira, ni ríe ya siquiera. Y eso que los vientos unieron nuestros corazones como jamás sospechamos que lo harían.

Pero el miedo flota en el aire. Porque los cambios siempre despiertan al fantasma de los miedos y luchar contra él es casi siempre una batalla perdida.

¿Será cierta la promesa del Dios del mar? ¿Reinará la paz en este nuevo reino sin tiburones ni ratas? Sólo Cronos tiene esa respuesta y no piensa adelantar un ápice de sus secretos, por mucho que mi hoguera arda entre pócimas y conjuros tratando de adivinar el destino de esta playa.

Aquí seguimos, exploradores, observando el movimiento de las olas, a verlas venir sin más, porque no queda de otra.

31 octubre 2007

Bienvenido seas otoño de esperanzas

Llega el otoño… ¡qué buena época!

Así cambian la perspectiva de la vida en tan sólo un año.

Sí, debería decir que parece que fue ayer, mas sin embargo
resulta una eternidad. Hoy hace un año de eternidad desde que construí esta casita junto a la playa y decidí retirarme a ella a ejercer mi condición de bruja de los mares.

Y han pasado tantas cosas en este año. Vosotros, los exploradores de estas costas, los que curioseáis con asiduidad mis epístolas marinas, sabéis mejor que nadie como puede el mundo girar y hacernos dar la vuelta sobre nosotros mismos.

Vosotros habéis visto como ha ido mutando esta bruja que se negaba a dejar a que Selene despertara a los duendes de su alma, que rogaba para que Zz permaneciera encerrada con sus cadenas en el fondo de su alma, que lanzaba conjuros desesperados para permanecer en su castillo de cristal, y que finalmente se rindió y gritó a los cuatro vientos que había despertado del coma profundo.

Vosotros habéis escuchado sus canciones tristes sobre las aguas, habéis asistido a sus conjuros, viendo como su magia convertía en hombre al barro de la playa, para de nuevo destruir de un pisotón, cual castillo de arena, su obra imperfecta.

Habéis asistido a tormentas, tempestades, huracanes y tsunamis. Y comprobáis que aquí sigo, en pie, escuchando los gritos de las olas y más segura que nunca de que mi lugar estuvo siempre en esta costa solitaria.

La vida no es perfecta, ni siquiera para una bruja. Pero, nada como echar un vistazo a las huellas del camino para entender que siempre merece la pena seguir caminando.

Aquí terminan por hoy las pisadas de un año de andadura. Un año lleno de cambios, de emociones, de sueños y de esperanzas. Un año que finaliza con el inicio de un nuevo otoño, pero distinto. Un otoño que entonces era gris, húmedo, pesadumbroso, y que, sin embargo, hoy amanece iluminado por el brillo del sol sobre las olas.

Hoy termina la historia de una bruja, hoy acaba un año de ensoñaciones saladas. Mañana comenzará otro.

¿Ha sido fructífero este año realmente? Yo siento que así ha sido. Si tan sólo he logrado arrancar una gota de emoción al alma de alguno de vosotros, mis queridos exploradores, habré cumplido con creces mi función de bruja iniciática en los artes de la magia marina.

¡Feliz otoño para todos!

13 febrero 2007

Entre La Princesa y Lolita

Una chica acaba de subirse al autobús delante de mí. Lleva un enorme y hermoso ramo de rosas rojas en las manos, con un precioso lazo de celofán rojo en la base. Mientras, a mi espalda, dejo un escaparate del Corte Inglés plagado de corazones flotantes. No cabe duda, llega San Valentín...

Mi espíritu ñoño de princesita arrepentida baila en mi interior, dibujando pétalos de rosas en el aire, paseando por jardines llenos de flores y luciérnagas, volando sobre las nubes con alas de mariposas en los pies... ¿Hay amor a la vista? No, no lo hay, pero a ella no le importa, porque disfruta simplemente con el olor del aire perfumado, con la belleza brillante de sus fantasías románticas...

Mientras tanto, mi otro yo, mi otra niña revoltosa, la más canalla, la más lolita de nosotras tres, sigue enganchada a esas últimas palabras que leyó a escondidas en esa ventana que ha dejado abierta al viento de la lujuria: "así abierta y anhelante mi amor, de deseo estremecida.....notas que me inclino sobre ti....y soplo suavemente sobre tu sexo abierto...."

Y, mientras mi princesa pasea entre hadas y unicornios, ella baila el vals de otras fantasías enredadas entre sábanas y extremidades perversas, ella fluye por ríos de pasión estéril, de sensualidad pura y despojada de romanticismo; ella se deja consumir por un fuego vivo y magnético, que penetra por todos los poros de su piel y la deja sin aliento.

¿Hay sexo a la vista? No, tampoco. Pero ella disfruta con la simple perversidad de sus fantasías libidinosas, ella respira y jadea con la intensidad de sus sueños sin rostro, con el magnetismo afrodisíaco de cuerpos desnudos, sin identidad, sin presencia propia, derramándose el uno en el otro, creando llamaradas de color carmín, de tacto húmedo, de olor a carne, de sabor a sal...

Y yo, atrapada por la realidad de mi tranquila rutina, de mi soledad deseada, de mis brazos libres y mis entrañas vacías por voluntad propia, disfruto de la ausencia de dramatismo de mi vida, mientras echo una ojeada furtiva y sonrío con los juegos de fantasía de mi niña-princesa y de mi niña-lolita. Y las dejo ser y reír y soñar, todo lo que yo no me permito hacerlo...

¡Feliz San Valentín, exploradores!

05 febrero 2007

Género de dudas

Ser mujer, ese título honorífico que lleva emparejadas tantas virtudes y tantos defectos. Ser mujer es ser suave, es ser dulce, ser frágil y delicada. Pero, también implica ser misteriosa, ser complicada, hablar un lenguaje propio con el cual lo dicho sepulte lo sentido y enmascare lo pensado de un modo tan sutil que lo sentido y lo pensado deba ser adivinado sin pista alguna para ello.

Ser mujer debe hacernos sentir heridas si no somos entronadas por el hombre por encima de sus propias necesidades y deseos. Ser mujer es una pretensión constante de que nuestros sentimientos y emociones tienen más derechos y virtudes que las de cualquier hombre. Ser mujer es decir "no" cuando queremos decir "tal vez", es decir "tal vez" cuando queremos decir "sí" y sentirnos incomprendidas si nadie nos comprende.

Ser mujer es competir continuamente por ser la única mujer, es enredar con la mirada y las palabras, es chantajear con el llanto y conseguir lo inalcanzable con un gesto de indignación y dignidad herida. Ser mujer, señores, ¡qué difícil es ser mujer!

Por eso, probablemente, muchos se sorprenden de la masculinidad de esta mujer. Porque yo soy mujer, sí, tengo cuerpo de mujer, muy mujer diría yo, y me muero en suspiros por los hombres, por casi todos los hombres. Pero, no sé mentir, ni ocultar, ni fingir, ni enredar, ni chantajear, ni "explotarme" como mujer.

No sé decir una cosa que no diga lo que pienso y esconda lo que siento, esperando además que todos entiendan cómo siento y cómo pienso. No sé decir "no" ni "tal vez" cuando quiero decir "sí". No, yo digo "sí, sí, por supuesto que sí". No sé leer entrelineas lo no dicho, buscando lo que nadie quiso decir.

No me ofendo cuando no me entienden, me vuelvo a explicar. No espero que me traten mejor ni que me monten en una burbuja de halagos y piropos por tener dos glándulas mamarias adornando mi figura.

Mi suavidad, mi dulzura y mi delicadeza no van más allá de lo que pueda reflejar mi rostro de niña o mi voz infantil. Mis maneras son firmes, enérgicas; mis palabras, tan exactas como toscas o tajantes; mis modales, dudosos, pero totalmente sinceros.

Nunca espero que adivinen mis deseos, sino que pido por esta boquita. Y no considero que haya nada en mis senos, mis ovarios o mi vagina que me haga merecedora de más consideración, respeto o complacencia que a otro ser humano dotado de otros atributos sexuales.

Cuando quiero reír, río; cuando tengo ganas de llorar, lloro; cuando alguien me hace daño, se lo digo, de forma clara, sin artificios y explicándole el motivo. Cuando estoy contenta, lo demuestro; cuando no lo estoy, también. Pero, siempre sin esperar el contento o el descontento ajeno por correspondencia.

No sé hacer trampas, ni poner caritas, no sé sonrojarme sin vergüenza, ni fingir los orgasmos. Y sí, cuando quiero sexo, lo pido, lo ofrezco y lo disfruto sin pudor ni tabúes. Y no necesito llamarlo amor para ello.

¿Soy mujer? Ya no estoy segura... De lo que no me cabe duda es de que cualquier mujer que lea esto se puede sentir ofendida, a no ser que sea tan poco mujer como lo soy yo...

26 enero 2007

Rebelión en la playa

Dios mío, ¡cómo está el patio! La playa anda revolucionada. Tolete ha vuelto, eso para empezar. Sí, lo sé, no os lo había contado, pero aquí está. Llegó de repente una mañana, con la cabeza gacha y ojos de cordero degollado y ¿qué le iba a hacer? Le dejé pasar... Me daba pena...

Pero claro, el resto de criaturas de mi pequeña playa no se lo han tomado muy bien. La ballena y el grillo son los únicos que mantienen la calma y tienen un poco de paciencia, aunque la tienen tomada conmigo porque me creen culpable de su huída. Por su parte, el delfín y las pardelas, andan brincando y chillando desesperados, con un humor de perros y muy malas pulgas. Y la sirena... ¡dios, qué cruz con la sirena! Anda de unos malos modos...

Y yo digo, ¿de qué se queja? Si alguien tiene poder para sacar a Tolete de nuestras vidas, esa es ella... Neptuno decide quien vive y quien muere en el mar y junto a él... Y, ¿quién si no ella tiene línea directa con Neptuno? Pues no sé que pasará en las profundidades del mar, pero no la veo contenta, no.

Y yo... Yo trato de sobrevivir como puedo, sumergiéndome en la preparación de mis conjuros, leyendo y contestando mensajes en botellas, soñando sobre las estrellas... Ya sabeis, mis quehaceres...
A ver si el cambio de luna trae algo de paz a esta bahía...

17 enero 2007

Perdida

Cómo duele el alma cuando grita en silencio dentro del pecho... ¿Cúantas veces más tendré que deshacer el camino andado? ¿Cuántas direcciones equivocadas más tomaré en este infinito cruce de vías?

De nuevo tendré que hacer las maletas con sueños rotos, tendré que facturar las emociones en busca de un nuevo destino. De nuevo me encuentro en la casilla de salida, con el alma a oscuras, el corazón muerto y el instinto herido y sin fuerzas para colaborar.

¿En qué cima fijaré ahora mi meta? ¿Hacia qué horizonte debo cabalgar?

Hoy, de nuevo, las lágrimas me queman los párpados por dentro, hirviendo de ganas de zafarse del hermetismo de hielo logrado tras años de fría resignación. Mi corazón se aburre en un bostezo, sin fuerzas suficientes para otra vez partirse en dos.

¿Cuántas veces más tendré que mudar las pasiones? ¿Cuántas veces se puede reescribir la propia historia sin que se desgasten los papeles del destino a borrones?

Hoy, de nuevo, miro el tiempo en la distancia. Observo la humareda de mil hogueras que creí eternas, apagadas con la lluvia del destino o de la suerte. ¿Cuántos incendios puede soportar un solo bosque antes de perder el verde de su esperanza?

Hoy, todos los sueños rotos, los besos olvidados, los abrazos al viento, los "te quiero" malheridos, me miran con ojos de amargura, preguntándome cuántas caricias más quedarán huérfanas y abandonadas en el asilo de los recuerdos amargos.

Giro sobre mí misma. Una vez y otra, y otra más. Miro el paisaje y sólo hay humo, sólo hay niebla húmeda, sólo hay frío y desganas.

Tan sólo una hoguera permanece encendida. La única que supe siempre realmente eterna, la única realmente inalcanzable, la única incapaz de dar calor alguno ya.

Sí, esa hoguera azul llena de brillo, que permanece inmovil en la oscuridad insondable, como una estrella en el firmamento: igual de bella, igual de inalcanzable.

Un día juré abrazarla sólo a ella. Para mi desdicha, lo cumplí. Un día pedí a todos los elementos que el tiempo se parara para siempre en su cintura, y me lo concedieron.

Hoy, viajo encadenada aún a su cuerpo, siguiendo la senda de su fugaz y estelar locura, sabiendo que mi barco de vela hecha jirones viajará etermanemente por estas aguas de inmensa soledad, incapaz de alcanzar algún día puerto alguno.

Porque no existen carteles en los caminos del océano, porque no hay ruta fijada en el devenir de los días, porque no hay más rumbo que el que dictan las olas, meciéndome caprichosas de la nada al más allá.

12 enero 2007

Entre calmas y tormentas

El año nuevo ha entrado turbulento. Con frío, con lluvias, con tormentas... Mi pequeña cala ha aparecido a mi regreso repleta de mensajes en botellas fruto de los naufragios de la temporada. Y, por la escasez de la huellas en la arena, me temo que no ha habido nadie aquí para atender las llamadas de auxilio.

Mis criaturas se han sentido solas y asustadas estos días y el olor a arena mojada aún hiela mis entrañas. La sirena está triste, aunque ríe. Ya sabemos de su ciclotimia... El grillo ha estado farruco y algunas noches se ha dedicado a chillar para no dejar dormir a nadie. Y, hasta Tolete ha envidado una botella amenazando con regresar a la caza de cualquier insecto que se atreva a invadir su territorio.

Hoy, sin embargo, parece que las tormentas han parado por un momento. Algunos de mis conjuros a la luna parecen haber funcionado y las pardelas y los delfines han vuelto a reír a mi alrededor. Pero, ¿por cuánto tiempo reinará la calma? ¿seguirán mis hechizos funcionando con la Reina de las Sirenas? ¿y con el grillo? ¿y con Tolete?...

¿Y si el viento logra desatar las cadenas de Zz? ¿Qué será entonces del mundo? Sé que os da pena, exploradores, pero un grito suyo y esta playa podría vivir un tsunami absolutamente destructor...

02 enero 2007

El grito de Zz

Mi nombre es Zz. Sí, como el viento cuando se cuela por las rendijas de la ventana. "Zz", le escucho que me llama. Le llevo escuchando años llamarme a escondidas durante la noche. Me pide que salte, que vuele con él entre las nubes y me llene de su aroma de plenitud.

Me cuenta historias de mundos extraños, de mares inmensos, de ríos de vida desbordándose en grandes valles y saltando enormes cascadas de vértigo. Me cuenta que las ballenas cantan en las noches de luna y que la nieve brilla con el sol de la mañana en la cumbre de las montañas.

Pero yo no puedo verlo.

Por mucho que lucho no logro salir de aquí, de esta cárcel con cadenas en la que me hallo. Salto, chillo, lloro y pataleo, pero sus muros parecen hechos de acero la mayoría del tiempo.

Otras veces, sin embargo, se vuelven de látex, y puedo estirar los brazos y casi tocar la vida, veo la luz del sol y escucho la música del mundo que no alcanzo.

Pero, enseguida siento como se revuelve mi carcelera atemorizada por la idea de dejarme escapar. Y de nuevo las paredes de mi encierro me oprimen y me sumergen en la más cruel oscuridad.

Han pasado ya tantos años desde la última vez que respiré el aroma del mundo... Ella no me deja. No porque no quiera, sino porque es su obligación oprimirme y olvidarme en el fondo de este zulo.

Está obligada a mantenerme oculta porque así se lo exigen los que la aman y no hay mayor autoridad que la que ejerce el temor a no ser amados, el temor a sentirnos solos, abandonados, diferentes...

Ella odia la soledad, tiene pavor al qué dirán, a ser señalada y marginada. Por eso me encierra y encadena de este modo, porque mostrarme al mundo sería su fin, porque si me dejara libre se rompería en mil pedazos el castillo de cristal que ha construido a su alrededor para poder mirar la sonrisa de los suyos sentada en su trono de hojalata.

Pero ella me quiere. A pesar de sus miedos y de toda su dureza, me quiere. Y le duele ver cómo me apago en su interior como una vela sin oxígeno.

Por eso, a veces, me abre las ventanas y deja que el viento cante mi nombre en la penumbra. Porque ella tampoco quiere que muera de hambre y pena en este oscuro agujero de su corazón.

Si supiera cuánta pena siento yo también por ella. Si supiera cómo me duele el frío de las paredes de su castillo, el sueño de sus horas de rutina, la tristeza de su tocadiscos vacío.

Pero, ya no puedo más. Me falta el aire. Me asfixio. Me muero. Necesito salir como sea de este encierro, necesito gritar, llorar, reír, vivir... Necesito volar sobre el viento y ver las montañas nevadas y escuchar a las ballenas y bañarme con las estrellas...

¿Cuánto tiempo más aguantaré la tortura de este silencio opresor?

Si alguien me escucha, que grite mi nombre: ZzZz... y el viento le traerá hasta mí. Quizás tú logres sacarme de aquí...