Perdón. Perdón por todo. Perdón por haberte defraudado de este modo, por haber cortado en pedacitos la colcha que nos cubría y calentaba con mimo, resguardando nuestra pasión de la crueldad del mundo palpable.

Perdón. Perdóname por mi imprudencia, por lo desastroso de mis impulsos infantiles, por la ingenuidad suicida de mi lengua, por el exhibicionismo impúdico de mi alma. Lo siento, lo siento como hacía tiempo que no sentía, como pocas veces he podido llegar a sentir.

Lo siento, lo siento porque me duelen las miradas de fuego, lo siento porque me hace daño el dolor de tus ojos, lo siento porque tus lágrimas mudas me abrasan la piel y dejan en carne viva cada palmo de mi alma.

Lo siento y siento más mi impotencia, lo siento y siento no poder hacer nada más que sentirlo.