Los días se están llevando diciembre poco a poco, al tiempo que
llenan el aire de olor a mazapán y a polvorón, de sonidos de campanas,
de ruido, de risas, de luces... Los días se llevan diciembre y nos traen
la Navidad, a los cristianos, el Hanukah a los judíos y tantas otras
fiestas a tantos otros habitantes de este mundo pertenecientes a otras
tantas religiones.
Festividades varias llenas de variedad, pero con un mismo significado
profundo, el más importante de todos, celebrar en compañía de los seres
más queridos la suerte que tenemos de contar con ellos. Al menos ese
creo yo que debería ser el significado de estas fechas.
Como ya muchos sabrán, o supondrán, las brujas no creemos en la
religión, al menos no en las religiones popularmente conocidas. Las
brujas tenemos la nuestra propia, que, a pesar de las habladurías
centenarias que han vertido seres malintencionados, nada tiene que ver
con lo demoníaco o lo perverso.
Las brujas, por el contrario, creemos en la vida, en la naturaleza, en los elementos, en la maravillosa fuerza (más supernatural
que sobrenatural) que se encuentra alrededor de los mismos. Creemos,
como no, en esa fuerza misteriosa que algunos llaman alma, otros
espíritu, otro aura, otros energía, algunos, simplemente, corazón...
Todas las acepciones son válidas a la hora de definir esa poderosa
fuerza que no es más que nuestro genuino y verdadero yo.
Pero, a lo que iba, el hecho de no creer en las religiones varias que
proliferan en este mundo no significa que no celebremos estas fechas.
Muy al contrario, esta época es nuestra favorita para celebrar el mayor
de los aquelarres del año, el del solsticio de invierno.
Una celebración que, lo vuelvo a decir, nada tiene que ver con lo
demoníaco, sino que, por el contrario, es un homenaje a la vida, a la
materia, a lo palpable... a ti.
En estas fechas, las brujas de todo el mundo nos reunimos con
nuestras hermanas, primas y sobrinas brujas, para hacer conjuros con los
que encantar a la madre tierra, haciéndola porosa y resistente para
absorber, de los hielos y las lluvias que se avecinan, las mejores
propiedades y así convertirse, un año más, en madre y alimento de todas
las criaturas que la pueblan.
También embrujamos al sol, para que su distancia sea comedida y para
que vuelva en primavera con fuerzas renovadas a inundar con su calor y
su luz los valles y los montes y los lagos y la playas en las que
moramos.
Finalmente, y esa labor me corresponde especialmente, las brujas
marinas, como yo, conjuramos a la diosa Selene y a Neptuno, su consorte
secreto, para que los vientos, las tempestades y las tormentas no sean
demasiado duros con los pobres marineros que, especialmente en estas
fechas, desean más que nunca regresar a casa sanos y la salvos.
Así que, con este motivo, os escribo hoy, mis queridos exploradores
de mi cala solitaria, para despedirme hasta el año entrante, ya que me
pongo en camino hacia las grutas secretas en las que me reuniré con mis
compañeras de todo el mundo.
Pensaré en vosotros durante mi ausencia y lanzaré conjuros por la paz de vuestras almas y la alegría de vuestros corazones.
Espero que en mi ausencia no abandonéis mi amada playita, que la
sigáis disfrutando, que la miméis, pero sobre todo, que la cuidéis, que
no dejéis basura en ella y que améis a todas sus criaturas como yo lo
hago.
Espero, a mi regreso, sorprenderme con una sonrisa al encontrar el
rastro desdibujado sobre la arena de las huellas que hayáis dejado en
vuestro paso por mi morada. Entonces sabré que vosotros también habéis
pensado en mí.
FELIZ NAVIDAD, FELIZ HANUKAH, FELIZ SOLSTICIO DE INVIERNO.
FELICES FIESTAS AMIGOS
(Este post debió salir publicado el día 22 de diciembre, pero por
problema técnicos no ha sido posible colgarlo antes, disfrútenlo de
cualquier modo)
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