26 diciembre 2006

Feliz Solsticio

Los días se están llevando diciembre poco a poco, al tiempo que llenan el aire de olor a mazapán y a polvorón, de sonidos de campanas, de ruido, de risas, de luces... Los días se llevan diciembre y nos traen la Navidad, a los cristianos, el Hanukah a los judíos y tantas otras fiestas a tantos otros habitantes de este mundo pertenecientes a otras tantas religiones.

Festividades varias llenas de variedad, pero con un mismo significado profundo, el más importante de todos, celebrar en compañía de los seres más queridos la suerte que tenemos de contar con ellos. Al menos ese creo yo que debería ser el significado de estas fechas.

Como ya muchos sabrán, o supondrán, las brujas no creemos en la religión, al menos no en las religiones popularmente conocidas. Las brujas tenemos la nuestra propia, que, a pesar de las habladurías centenarias que han vertido seres malintencionados, nada tiene que ver con lo demoníaco o lo perverso.

Las brujas, por el contrario, creemos en la vida, en la naturaleza, en los elementos, en la maravillosa fuerza (más supernatural que sobrenatural) que se encuentra alrededor de los mismos. Creemos, como no, en esa fuerza misteriosa que algunos llaman alma, otros espíritu, otro aura, otros energía, algunos, simplemente, corazón... Todas las acepciones son válidas a la hora de definir esa poderosa fuerza que no es más que nuestro genuino y verdadero yo.

Pero, a lo que iba, el hecho de no creer en las religiones varias que proliferan en este mundo no significa que no celebremos estas fechas. Muy al contrario, esta época es nuestra favorita para celebrar el mayor de los aquelarres del año, el del solsticio de invierno.

Una celebración que, lo vuelvo a decir, nada tiene que ver con lo demoníaco, sino que, por el contrario, es un homenaje a la vida, a la materia, a lo palpable... a ti.

En estas fechas, las brujas de todo el mundo nos reunimos con nuestras hermanas, primas y sobrinas brujas, para hacer conjuros con los que encantar a la madre tierra, haciéndola porosa y resistente para absorber, de los hielos y las lluvias que se avecinan, las mejores propiedades y así convertirse, un año más, en madre y alimento de todas las criaturas que la pueblan.

También embrujamos al sol, para que su distancia sea comedida y para que vuelva en primavera con fuerzas renovadas a inundar con su calor y su luz los valles y los montes y los lagos y la playas en las que moramos.

Finalmente, y esa labor me corresponde especialmente, las brujas marinas, como yo, conjuramos a la diosa Selene y a Neptuno, su consorte secreto, para que los vientos, las tempestades y las tormentas no sean demasiado duros con los pobres marineros que, especialmente en estas fechas, desean más que nunca regresar a casa sanos y la salvos.

Así que, con este motivo, os escribo hoy, mis queridos exploradores de mi cala solitaria, para despedirme hasta el año entrante, ya que me pongo en camino hacia las grutas secretas en las que me reuniré con mis compañeras de todo el mundo.

Pensaré en vosotros durante mi ausencia y lanzaré conjuros por la paz de vuestras almas y la alegría de vuestros corazones.

Espero que en mi ausencia no abandonéis mi amada playita, que la sigáis disfrutando, que la miméis, pero sobre todo, que la cuidéis, que no dejéis basura en ella y que améis a todas sus criaturas como yo lo hago.

Espero, a mi regreso, sorprenderme con una sonrisa al encontrar el rastro desdibujado sobre la arena de las huellas que hayáis dejado en vuestro paso por mi morada. Entonces sabré que vosotros también habéis pensado en mí.

FELIZ NAVIDAD, FELIZ HANUKAH, FELIZ SOLSTICIO DE INVIERNO.

FELICES FIESTAS AMIGOS

(Este post debió salir publicado el día 22 de diciembre, pero por problema técnicos no ha sido posible colgarlo antes, disfrútenlo de cualquier modo)

22 diciembre 2006

Olor a tierra

El aire huele a tierra. Pero, no a la fina arena de basalto que recubre mi cala. No, huele a tierra seca, a tierra de montaña levantada al aire con ira, como si mil caballos la hubiesen arrastrado en el vuelo de su galopar.

Sí, huele a tierra y huele a guerra. Huelo la violencia en el viento, como si una gran tragedia se aproximara. Lo veo en los ojos de las gaviotas. Están inquietas, desesperadas, huidizas. La reina de las sirena sigue cantando himnos que invitan al suicidio y la tortuga, ella que siempre ha sido alegre y serena, lleva varios días escondida en su caparazón, tan seria y compungida como un niño asustado.

¿Qué llegará mañana? ¿Vendrá la guerra que escucho anunciar a las ballenas? ¿Veremos ya los ojos del delirio sobre las rocas?

¿Quién sabe? Quizás sólo sea que Tolete vuelve a casa por Navidad o quizás... Quizás sea peor, quizás sean ellos que vienen a destruir nuestro mundo... Quizás... Sí, es posible... Sólo ellos hacen que el aire huela a tierra y a guerra... Quizás... ¡Oh, Neptuno, líbranos!... Quizás vengan los hombres...

21 diciembre 2006

Esperando a la lluvia

Yo lo sabía. Sabía que era peligroso cantar a las sirenas, sabía cómo la vanidad e insensatez de sus despreocupadas existencias podían hacer zozobrar a los buques más inamovibles.

Lo sabía y aún así le canté. Le canté un día y al siguiente, y le seguí cantando embrujada por sus grandes ojos de coral, con el corazón exaltado de saber apreciada mi melodía.

Pero, la paz de las sirenas es tan frágil como la estructura de una pompa de jabón y, tarde o temprano, iba a llegar el día en que mi voz no pudiese contentar un alma tan volátil.

Ahora paso el día y la noche encerrada en mi casa de lava. Con los oídos puestos en cada una de las notas que destilan en su voz las ansias de venganza.

Oigo a los delfines llorar con el frío de su canto amargo y a los cangrejos correr aterrorizados por encima de las rocas.

Quizás la mañana llegue con lluvia, una lluvia mansa de esas que no enfrían, que quizás consiga aplacar el fuego de su ira. Quizás entonces se calme su estruendo y vuelva a cantar himnos de alegría.

Entretanto espero sentada en mi alfombra, a la luz y el calor que desprende mi hogar, con la pluma en la mano y el papel arrugado, inventando conjuros que la consigan calmar...

16 diciembre 2006

Dime, bella estatua


Dime, estatua de pálido embrujo, ¿qué esconde el mármol de tu piel? ¿Cómo has logrado en un segundo que toda mi vida caiga a tus pies?

Dime, preciosa escultura, que ni Miguel Ángel podría tallar, ¿es cierto que el rumor que escucho, acercando mi oído a tu marmórea piel, es un corazón oprimido por el frío de años esperando amar?

Dime escultural hermosura, ¿qué te hizo fijar en mí tu mirada de hielo? ¿Con qué cincel se tallaron tus ojos de púrpura en metal bruñido? ¿Por qué me gritan que te duelen tan sólo con mirar?

Pero, sobre todo, dime, pétrico talle que logró hechizarme, ¿qué hay en tu pasado, qué triste lamento, qué oscura tortura, qué cruel desamor, que fue capaz de dejar en tu piel de seda esos surcos grises que sangran de dolor?

Y, dime, sí, dímelo de nuevo, mi bella figura de fascinación, dime todo aquello con lo que lograste que volara, dime que me amas por duro que sea tu corazón.

15 diciembre 2006

Perdón

Perdón. Perdón por todo. Perdón por haberte defraudado de este modo, por haber cortado en pedacitos la colcha que nos cubría y calentaba con mimo, resguardando nuestra pasión de la crueldad del mundo palpable.

Perdón. Perdóname por mi imprudencia, por lo desastroso de mis impulsos infantiles, por la ingenuidad suicida de mi lengua, por el exhibicionismo impúdico de mi alma. Lo siento, lo siento como hacía tiempo que no sentía, como pocas veces he podido llegar a sentir.

Lo siento, lo siento porque me duelen las miradas de fuego, lo siento porque me hace daño el dolor de tus ojos, lo siento porque tus lágrimas mudas me abrasan la piel y dejan en carne viva cada palmo de mi alma.

Lo siento y siento más mi impotencia, lo siento y siento no poder hacer nada más que sentirlo.

14 diciembre 2006

El embrujo de Selene

Hoy la luna ha venido a vistarme. Zarandeó ociosa el barco de mis sueños para despertar sin previo aviso a los duendes de mi alma. ¡Lunáticos duendes! ¡Qué tortura! Les basta ver la sonrisa desumbrante de Selene para querer perderse en un vuelo sin destino.

Vuelan por vicio, por mera distracción, convirtiendo mi calma chicha en un lúdico desvarío de sensaciones. Y mi alma no está ya para estos trotes.

Me ha costado tanto refrenar el insensato cabalgar de este potro desvocado de mi interior, para que en una sola noche la maga blanca del firmamento se dé el lujo de alterarme los sentidos.

Sí, ya sé que se me ha apagado el brillo; sí, ya sé que he cambiado periquitos y alegres florecillas junto al río del desenfreno por un buho noctámbulo y austero dormitando en las ramas de un roble mudo y centenario, que ensancha sus raíces junto a un lago inamobible.

Sí, lo sé, ya sé que hace tiempo que no se oyen campanillas, que la hoguera se ha vuelto brasas y no chisporretean sus lenguas en el aire. Ya sé que se han muerto las alondras, lo sé. Pero tú sabes, linda Selene, que debe ser así. Tú sabes que no hay otro camino para encauzar esta alma errante. Sí, tú sabes que me pierdo entre las nubes, que necesito que mis pies se arrastren por la arena, porque aún el vuelo bajo desbarata mi equilibrio.

Déjalos, por piedad, déjalos en paz, oh diosa de sensual hermusura, déjalos que duerman apacibles el largo sueño del olvido...

09 diciembre 2006

Vidas paralelas

¿Cuántas vidas se pueden vivir en una sola vida? ¿Cuántas personas distintas en mundos distintos puedo llegar a ser? Sí, tú no lo sabes, pero yo soy varias. Soy otras, con otras caras, con otros cuerpos, con otros sueños...

Ahora soy yo, sí, la bruja que tú conoces, la que vive sola y en calma, en esta cala alejada del mundo, en compañía del mar y sus criaturas; a veces asustada por sus propios fantasmas, otras conjurando sueños a los elementos, otras, simplemente, esperando que vengas a mirarme.

Una bruja, sí, ni buena ni mala, ni blanca ni negra, tan sólo bruja. Porque siento lo que nadie siente, porque embrujo y me dejo embrujar, porque hablo con las sirenas y con los delfines, porque vuelo sobre las rocas para llamar a tu puerta con mi canto.

Pero también soy otras, muchas otras que tú no conoces... o quizás sí...

Sí, hay veces que dejo de ser esta bruja solitaria y me convierto en elfa. Una elfa guerrera que domina la magia, una bellísima elfa que vive errando por los bosques de Terra como una pobre muchacha abandonada. Esa vida está llena de misterios por resolver, de caminos por andar, de batallas que ganar. Está llena de seres prodigiosos -enanos, medianos, orcos, hombres...- con los que me enfrento y a los que acompaño por la senda de mil batallas soñadas.

Pero aún vivo más vidas. Otras vidas que a veces son no vidas, como aquella en la que soy una no-muerta, una vampiresa nacida en el cráter de un volcán, capaz de dominar el fuego a su antojo y de conjurar fantasías inexplicables en las mentes de sus vítimas. En esa vida de doscientos años de historia lucho contra mi propio odio hacia todo lo humano y trato de vengar la muerte de la belleza en manos de los hombres. Deambulo por calles llenas de vicio y corrupción y dibujo belleza y fantasía sobre charcos de sangre y el olor a muerte.

Pero, además existo en otra vida conocida como segunda, aunque se trate de la quinta. Una vida en la que soy joven y bella, en la que puedo volar sobre un mundo perfecto y maravilloso, lleno de lugares mágicos, con casas construidas en las nubes, con pétalos de rosa en forma de corazón volando a mi alrededor, con estrellas fugaces diminutas flotando en el viento. Una segunda-quinta vida llena de felicidad, en la que soy amada profundamente por la más bella de las estatuas, con la cual paso la vida hablando de sueños, de filosofía, de música, de magia... Una vida libre de miedos o frustraciones, libre de obligación y en la que tan sólo es necesario vivir para ser feliz porque el mundo a mi alrededor me regala todo lo que necesito para serlo.

Finalmente, navegando entre todas las anteriores, está la otra, la primera, la única vida que yo no elegí vivir, esa vida que llaman real sin merecerlo pues a menudo resulta más irreal que cualquier otra. Esa vida en la que soy un garabato de mí misma dibujado en carboncillo sobre el tiempo y el espacio. Esta vida en la que vivo difuminada por la visión ajena y en la que pocos saben quien soy y todos asumen lo que parezco. Sí, también tengo esa vida mucho más amarga y cruel que cualquiera de las anteriores, la única de la que no puedo desaparecer cuando deseo hacerlo, la única en la que paso la mayor parte del tiempo pensando en regresar a cualquiera de las otras. Sí, esa vida de la que huyo convirtiéndome en bruja, en elfa, en vampiresa, en joven belleza... en todas a la vez como en este momento...

Muchas vidas diferentes, de las que entro y salgo como por arte de magia a través de la puerta dimensional que es la tecnología para salir y regresar una y otra vez. ¿Con cual me quedo? Sin duda con todas, con todas y cada una de ellas. Pues desde la primera hasta la última son fruto de mis manos, porque todas y cada una de ellas, incluida la menos grata, son las vidas que yo construí.

02 diciembre 2006

Beber tu fuego

Déjame bañarme en el mar de tu regazo, ahogar mi sed con la sabia de tus besos, aplacar mi frío con la hoguera de tus ojos. Déjame que duerma por fin, que duerma el sueño eterno entre tus brazos, dejando que se sequen mis heridas, que se calle por fin todo el dolor.

Sabes que no es fácil, que mi aliento hiela a veces las entrañas, que mi piel está aún llena de escamas y mis ojos queman de dolor... Sabes que estoy aún renaciendo, que mi cuerpo es una gran incubadora de mí misma, que necesito aún mudar mi piel y renacer...

Pero sigue susurrando en mis oídos, no me dejes de anhelar entre tus sueños, aliméntame con tu alma de ternura y el mañana será pleno de vivir.

Porque el ayer fue lava y tempestades, fue tortura y sueños sin cumplir, pero hoy tu luz brilla con fuerza, como el faro que me guía hacia la costa, como el gran mastil del barco de mi vida, que con tu ayuda he aprendido a pilotar.

Por eso no dejes nunca de brillar, luz de mis ojos, no dejes de calentarme con tus llamas, no dejes de llenarme con tus sueños, porque tú eres la vida en la que quiero revivir, toda la vida que quiero sentir...